En 1947 se hallaron los que se llaman los manuscritos del Mar Muerto en las cuevas de Qumrán; los cuáles son cientos de rollos y de papiros, cuyos escritos se remontaban a unos trescientos años antes de Cristo y llegaban a la primera centuria de nuestra era. Entre los manuscritos encontrados había documentos de incalculable valor histórico sobre un determinado período, temprano y oscuro, del judaísmo, así como también escritos que derramaron un poco de luz sobre el origen y florecimiento de la tardía tradición apocalíptica en la literatura bíblica y asimismo algunas versiones sobre varios libros del Antiguo Testamento.
El Mar Muerto, situado en una profunda depresión natural, no tiene una salida para las aguas que le llegan. No obstante, el nivel del lago permanece bastante estable gracias al alto grado de evaporación que aquí impera a consecuencia del clima cálido y seco.
Y estas aguas son intensamente saladas porque las sales transportadas por los ríos se quedan retenidas y no se evaporan. De hecho, las aguas más profundas son tan saladas y densas que las citadas sales se quedan permanentemente en el fondo y se dice de ellas que están “fosilizadas”.
La tierra que lo rodean está libre de arena, detritos y de vegetación, la vertiente rocosa deja al descubierto los estratos de esquisto, arcillas, margas, yeso y otros sedimentos depositados a lo largo de las sucesivas eras geológicas.