En diciembre de 1824, el inglés Peter Mark Roget llegó a la conclusión de que todo movimiento se podía descomponer en una serie de imágenes fijas, descubriendo con ello el principio de persistencia de visión. Gracias a él, investigadores de la segunda mitad del siglo XIX se dedicaron a crear artefactos ópticos para generar imágenes en movimiento que se fueron perfeccionando con los años.